Tres días después del ataque al hospital Dashte Barchi en Kabul, ha quedado claro que lo que sucedió allí el 12 de mayo fue un ataque deliberado a una hospital de maternidad con el propósito de matar a sangre fría a las madres.
«Volví un día después del ataque y, lo que vi en la maternidad demuestra que fue un tiroteo sistemático contra las madres que allí se encontraban», asevera Frederic Bonnot, coordinador de Médicos sin Fronteras en Afganistán. “Pasaron por las habitaciones de la maternidad, disparando a las mujeres mientras ellas estaban en sus camas. Fue metódico. Las paredes están salpicadas de balas, había sangre en el suelo de las habitaciones, vehículos quemados y ventanas con disparos».
Las cifras oficiales indican que 24 personas murieron y al menos 20 más resultaron heridas, la mayoría de ellas, pacientes. Médicos Sin Fronteras ha confirmado que 26 madres se encontraban hospitalizadas al momento del ataque, y que 10 lograron encontrar refugio en habitaciones seguras junto con muchos trabajadores sanitarios.
Ninguna de las 16 madres que permanecieron expuestas al ataque se salvó.

MSF comenzó a trabajar en Afganistán en 1980, pero se ausentó del país entre 2004 y 2009 después del asesinato de cinco de sus empleados en la provincia de Badghis. En 2019, MSF contaba con siete proyectos en seis provincias del país y realizó más de 100.000 consultas externas, asistió más de 60.000 partos y realizó casi 10.000 intervenciones quirúrgicas. Para su trabajo en Afganistán, MSF no acepta fondos de ningún gobierno.
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